Como afirma Javier Olivera Bertrán: "La cultura contemporánea no se explica sólo con el deporte, pero es incompleta sin él. El deporte se ha consolidado en una práctica y en un espectáculo que ha superado barreras sociales, ideológicas, políticas e incluso culturales, por lo que se ha convertido en un símbolo cultural y en un fenómeno social de carácter mundial". Pocos acontecimientos generan tanta atracción como los grandes eventos que propone hoy el deporte espectáculo (mundiales, juegos olímpicos, grandes premios, torneos).
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Sin embargo, para lograr el equilibrio en la práctica deportiva, al igual que en la sociedad, aparecen las normas jurídicas y sociales que regulan los comportamientos humanos, reprochando aquellos considerados indeseados; Cuando estas normas son desatendidas y no respetadas por la sociedad, estamos en presencia de la anomia (conductas desviadas, falta de normas o falta de leyes).
El deporte formativo conducido adecuadamente, introduce en su práctica la convivencia, determinación de roles, reglamento propio, representación por medio de capitán y subcapitán, sistema de premios y castigos, asambleas, mediación y reflexiones sobre las buenas y malas actitudes observadas en el deporte espectáculo, las cuales dan a sus seguidores elementos que sirven para la construcción de su personalidad y son a su vez un antídoto contra la anomia.
Finalmente, sabemos que el deporte y las actividades físicas y recreativas seguramente no tendrán todas las respuestas para la intolerancia, el autoritarismo, la anarquía, y las conductas desviadas que a veces observamos en la sociedad en nuestra atribulada vida cotidiana, pero indudablemente colaborará y mucho en combatirlas formando seres autorrealizados, libres, tolerantes, responsables y abiertos a lo universal.
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